Desencajadas del presente
nos cambió la rutina.
Y el llanto atravezó
el corredor.
De un interior
indescifrable
surgió un grito de dolor.
Tenías solo un instante
de respirar.
El calor de las manos,
la voz conocida
y el olor a piel de mamá.
Calmó tu infierno.
Y no te despegaste más.
Lara Rivera©
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